¿Es conmigo?

Para cuando sus hijos lleguen a la secundaria, habrán sido evaluados para muchas cosas: problemas auditivos, visuales, de lenguaje, de aprendizaje, pero rara vez los estudiantes son evaluados para reconocer uno de los riesgos más peligrosos que acogen a nuestra juventud: el deseo de quitarse la vida.

Si todavía sigue leyendo este artículo lo felicito, y es que la mayoría de las personas no desean saber de este tema, ya sea porque le asusta o porque equivocadamente piensan que no tiene que ver con ellas. La verdad es que el tema tiene que ver con todos, pues las estadísticas nos indican un aumento alarmante en las conductas auto destructivas, que van desde comerse las uñas, fumar, tomar alcohol, manejar a altas velocidades, hasta causarse directamente la muerte. 

En Panamá en los últimos 18 años, 1927 personas se han quitado la vida, el triple lo ha intentado y si pensamos que esas personas influyen en la vida de un mínimo de seis personas más, sabremos que por lo menos 40,086 personas han sido afectadas por este problema. 

¿Cuántas personas más necesitamos para que hagamos algo al respecto? ¿Qué estamos haciendo para prevenirlo? Hasta el momento no mucho, es por ésto  que la Fundación para el desarrollo de las relaciones sanas ha iniciado las acciones necesarias para llevar a cabo un estudio que nos indique los posibles riesgos de nuestros jóvenes, número de posibles casos en riesgo y qué podemos hacer para ayudarlos. 

Utilizando el modelo de la Universidad de Columbia de Nueva York, se evaluarán a 500 estudiantes (250 de escuelas públicas y 250 de escuelas privadas) entre las edades de 13 y 18 años. Aquellos cuyos resultados indique la posible presencia de riesgo recibirán 12 sesiones gratuitas de terapia y luego serán reevaluados para observar el nivel de riesgo. 

Con este estudio esperamos poder organizar nuestros esfuerzos y crear un programa de prevención que no solo salvará la vida de muchas personas, sino que también los ayudará a llevar vidas más saludables, lo que redundará en su desempeño y en la comunidad en general. Los problemas emocionales no conocen de raza, nivel económico, ni religión, es por ésto que este tema es de importancia para todos. 

A continuación presentamos una lista de los posibles riesgos. Si usted o alguien que usted conoce presentan estos riesgos por favor busque ayuda. (a mayor cantidad de riesgos, mayor el peligro) 

  • Cambios notables en intereses y actividades.

  • Sentimientos de desesperanza e incapacidad para resolver el problema.

  • Diagnóstico de desordenes mentales: depresión, abuso de droga, desorden alimenticio, ansiedad, etc.

  • Experiencia de uno o más eventos estresante: perdida de un ser querido, enfermedad, problemas con la ley o la escuela, divorcio de los padres, etc.

  • Tener un plan detallado de matarse.

  • Tener acceso a armas u otro método de auto destrucción.

  • Estar solo y sin apoyo.

  • Historia de intentos personales o de familiares.

  • Muerte de un familiar por suicidio.

Uno de los más grandes y peligrosos mitos que existe sobre el suicidio, es que si uno habla de este tema les puede sugerir a otros que lo realicen. La verdad es que hoy en día los adolescentes tienen que lidiar con muchas más presiones que las que tenían sus padres a su edad y las estadísticas indican que uno de cada diez de ellos se siente mal y no lo comunica a nadie. Es por esta razón que la evaluación de los jóvenes se ha convertido en la mejor manera de prevención. Hable con su hijo o hija, brindele un espacio para decirle como se siente y si no puede, ayúdelo a buscar ayuda. Es mejor saber qué le sucede y confrontar el problema por más doloroso que sea, que vivir en la ignorancia. No se convierta en un simple espectador, actúe y no se lamentará por no haber hecho nada al respecto.

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